jueves, 10 de noviembre de 2016

Si yo fuera yanqui

El tal Donald Trump es un tipo bastante despreciable. No sólo por su aspecto físico, que ya de por sí da cierta grima (aunque bueno, allá cada uno: con esas pintas, por mucha pasta que tenga, se las ha apañado para que un pibón como Melania no huya de él), sino por las cosas que dice y hace. Racista, misógino, homófobo, y sobre todo condenadameante clasista; ya se ha encargado la prensa, con razón, de diseccionar sus numerosos defectos. Y a este personaje acaban de elegirle presidente. Si yo fuera ciudadano de los Estados Unidos de América, créeme, estaría bastante jodido y hasta avergonzado de mis compatriotas.

Pero resulta que no lo soy. He nacido y me he criado en un sitio que tiene la costa gringa más cercana a varios miles de esas millas raras que usan ellos, con un montón de agua en medio, y lamentablemente no he podido ir ni siquiera de visita. De esto puedes deducir dos consecuencias. La primera, que más allá de lo que nos llega a través de los siempre fiabilísimos medios de comunicación ibéricos, en el fondo me pasa lo mismo que a la inmensa mayoría de la población española: no tengo ni puta idea de cómo es en realidad la situación socioeconómica del pueblo estadounidense, ni en su conjunto ni troceando en bloques manejables los trescientos y pico millones de habitantes que andan por ahí. Lo mismo, qué cosas, resulta que una gente que lleva montando elecciones desde finales del siglo XVIII, cuando aquí ni nos planteábamos acabar con las monarquías absolutas, algo sabe de sus propias necesidades y su voto no es "un error", como dicen los exaltados de otros continentes, sino que, por el motivo que sea, han hecho lo que (creen que) más les conviene. Es una posibilidad que igual habría que considerar.

Una vez más, lo vieron venir
La otra es que, más allá de una solidaridad con la ciudadanía norteamericana que seguramente esté tan puteada como cualquier otra y que extiendo al resto del mundo (así de desprendido soy), lo que haga o deje de hacer el gobierno de Washington no me afecta lo más mínimo. ¿Que ofende a las mujeres? Allá las que le hayan votado, que no son pocas. ¿Que quiere poner un muro para que no entren los inmigrantes? Ellos sabrán si se les plantean problemas morales, o de forma más prosaica, si se les jode su economía por falta de mano de obra barata. ¿Que se carga la sanidad, la educación y los pocos servicios públicos que tienen? Ya llorarán cuando se pongan enfermos y los médicos no sepan distinguir la tráquea del peroné. Todo eso son problemas internos suyos, que gestionarán de la manera que estimen adecuada. Son mayorcitos ya. Yo bastante tengo con lo mío.

Lo que me preocupa a mí, y a cualquiera que resida lejos, es lo que hagan en política exterior, por aquello de que tienen la mala costumbre de creerse los policías del mundo y van por la vida exportando libertad a base de bombardeos. En este sentido, si te soy sincero, no sé si Trump va a ser un cabrón con pintas o sólo un hijo de perra soportable. De momento parece ser que lo que pase fuera de los cincuenta estados no le importa demasiado (coño, ¿no te digo que hasta quiere poner un muro para que no entre la peña?). He leído que pretende que los países "aliados" paguen por el uso de la OTAN, lo que en la práctica sería cargársela, algo que al mundo no le vendría nada mal vista la facilidad que tienen para inventarse enemigos. Y parece ser que se lleva medio bien con Putin, lo que, con un poco de suerte, podría significar que se arreglara lo de Siria y, de rebote, que los refugiados empezaran a ver la luz al final del túnel.

Está por ver si este Trump es tan malo malísimo como lo pintan (y dados los antecedentes haces bien en desconfiar). Lo que sí que sabemos con certeza es que la otra que opositaba al puesto, Hillary Clinton, de puertas para afuera es un mal bicho, como demostró sobradamente siendo la secretaria de Estado de Obama, ese pacifista. Destrozó Libia porque se aburría y le apetecía cepillarse a Gadafi. No consiguió resolver las guerras enquistadas de Irak y Afganistán, más bien al contrario, las enfollonó más. Fracasó en su intento de plan de paz para Palestina e Israel. La lio pardísima en Siria, dándole fuelle al Estado Islámico y a extremistas de todo pelaje, de esos por los que luego te cambias la foto de perfil en Facebook cuando hacen de las suyas. Igual su política interior es acojonantemente buena para sus conciudadanos, pero ya te he explicado por qué eso me resbala. Yo prefiero tener que coexistir con alguien que no sea un peligro público, y esta tía lo era. De Trump igual me arrepiento en unos meses, pero de momento no lo puedo decir.

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